as transformaciones llevadas a cabo en diversos campos del quehacer público desde el 1º de marzo de 2005 han contribuido – con aciertos y errores como toda obra humana – a mejorar en forma significativa la calidad de vida de los uruguayos y las uruguayas.
Las cifras de los indicadores de bienestar social así lo indican (reducción de la pobreza y la indigencia, abatimiento del desempleo y de la informalidad en el empleo, universalización de la educación inicial en 4 y 5 años, reducción de la mortalidad infantil, etc.). El informe de avance de nuestro país hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas 1 muestra resultados elocuentes de ello.