El esquema es bastante básico, lo que no quiere decir que no haya complejidad.

La mayor complejidad de alguna manera es para las comunidades cristianas y los cristianos, sobre cómo vivir la dimensión política, la dimensión ciudadana de nuestra existencia, cómo vivirla de manera integrada y cómo construir la vocación política y las diversas formar de vivir una vocación política. Por naturaleza somos seres políticos, podemos tener esa clave en nuestra naturaleza, ¿pero si la naturaleza no es cultivada? … pensada, informada entonces no se desarrolla y no se vive.

Contar con toda la potencialidad para la vida política supone desarrollar una cultura política. Como dijimos, la naturaleza puede estar, pero si no hay reflexiones, experiencia, acción, eso no se vive y no se desarrolla. Entonces la tensión es entre la fe y la política, y nosotros entendemos la política como mediación, es decir, como medio para la construcción del bien común. Esta es la forma tradicional de expresar el sentido de la política en términos cristianos, la construcción del bien común como valor. Nos interesa pensar en relación a los desafíos de la realidad de hoy, o sea, Uruguay 2013 en el contexto de América Latina, con cierto contexto Internacional y con esta tónica cultural que estamos viviendo, que algunos la llaman de post-modernidad, y otros lo llaman de cultura de vínculos y amores líquidos.

Entonces esta ha sido la tensión de todas las comunidades cristianas siempre, y parece interesante incluir en la denominación de cristianos, aquellos que sin expresar una confesión de fe, se sienten atraídos e inspirados por la ética cristiana, en ese sentido, usar la denominación de cristianos en términos más amplios, incluyendo a aquellos que de alguna manera comparten esa fe en clave antropológica.